No protestemos de lo que no nos agrada de una persona. Busquemos una virtud que no tengamos nosotros e intentemos imitarle.

Esforcémonos por ver en los demás, al menos, una virtud. No dejemos que nuestras heridas tiñan de dolor lo que puede ser una oportunidad de aprender. Seguro que esa virtud que tan difícilmente vemos en los demás, es justamente lo que nos falta a nosotros. Deberíamos de rogar a Dios para que nos permita aprender y parecernos a esta persona.

0 comentarios:

Publicar un comentario