Donde se cruzan tus talentos y las necesidades del mundo, ahí está tu vocación. El Señor nos da un papel importante en la vida de los demás

Dios te ha dado una serie de talentos. ¿Para qué los utilizas? Hay talentos que no se utilizan, por lo que son como agua estancada que termina por generar problemas espirituales y anímicos. Hay talentos que se utilizan de forma incorrecta, por lo que generan dolor. Hay talentos que son Agua Viva, que fortalece a quien los utiliza y a quienes reciben la Gracia de su presencia.

Nada es imposible para Dios. Él puede incluso utilizar sus enemigos para hacernos mejores. El todo lo puede, si le damos el SÍ.

Cuando las cosas no salen como pensamos, solemos decepcionarnos y deprimirnos. Simplemente, perdemos la esperanza que da sentido a nuestra vida. Pero ¿Alguna vez hemos pensado que Dios es capaz de sacar cosas maravillosas de aquello que nos hace daño? No es que veneremos el dolor o gocemos con el martirio. Se trata de ver que podemos aprender de ello y ser un poco mejores cada día

Todos nos equivocamos en la vida, pero es importante hacerlo con humildad, buscando reparar los males causados con ayuda del Señor

¿Qué podemos hacer cuando todo parece que va mal? Sin duda, podemos orar, rogar y pedir a Dios. Dios está dispuesto a ayudarnos, pero quiere que seamos las herramientas que cambien el mundo. Mientras no seamos dóciles a la Voluntad de Dios, todo será siempre igual. Es fácil darnos cuenta que algo no va bien y desear que cambie. Lo complicado es ser catalizadores activos de ese cambio

Llevar la palabra de Dios contigo te reporta dignidad, seguridad, es decir, consuelo. Difundirás la luz de la vida en la oscuridad del mundo

La Palabra de Dios es el mismo Cristo que se hace presente por medio de nosotros. No es sencillo dejar que Dios nos tome en sus manos y trabaje sobre el mundo. No es fácil porque nos falta docilidad. Pero cuando dejamos que Dios nos use como sus herramientas, difundiremos la Luz de Dios por donde vayamos.

Proverbios 18:21 dice: "La vida y la muerte están en poder de la lengua". Envía tus palabras en la dirección en que son luz y paz para los demás

Lo que decimos es terriblemente importante. Podemos dar ánimos o destrozar a otra persona. Pero, lo que olvidamos es que cuando destrozamos a otra persona con nuestras palabras, estamos llevando el mismo dolor dentro de nosotros. No olvidemos que Cristo nos dijo que amáramos a nuestros enemigos. Lo dijo, porque de esa forma seríamos mucho más libres que odiándolos. El odio ata y corrompe el alma

Dios nos perdona libremente. Si nosotros no perdonamos a los demás, nos estamos haciéndo daño a nosotros mismos. El perdón libera y permite que nuestro ser se abra a los demás.

En nuestra sociedad es frecuente considerar al perdón, como una debilidad. Nos venden continuamente que la venganza es el mejor éxito. Pero el perdón limpia el alma del dolor que carga. El perdón nos permite no detenernos en el camino que lleva hacia Dios. El perdón es una liberación tan maravillosa, que el maligno intenta que nos olvidemos de él.

La fe nos hace salir, decir y hacer lo que Dios pone en nuestros corazones, con valentía y sinceridad. El miedo y las ideologías, nos hacen ser tímidos, temerosos y estar siempre indignados.

Hoy en día padecemos una terrible presión ideológica. La sociedad señala y persige a todo el que no sigue lo que en cada momento se considera adecuado. Frente a esta realidad, la fe se presenta como liberadora. La Verdad nos hace libres y nos permite ser sinceros y sencillos ante los demás. No temamos ser señalados. "Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí (Mt 5, 11)

Cuando alguien utiliza los "derechos humanos" para denigrarte y despreciarte, te das cuenta que no puedes creer en construcciones humanas.

Los seres humanos tendemos a crear estructuras que nos protejan. Un ejemplo muy interesante es la Torre de Babel. Se construyó para llegar a Dios mediante las fuerzas humanas. ¿Qué fue lo que realmente conseguimos? Dolor, lejanía y deseperación. No caigamos en el error de imponernos normal humanas, leyes convencionales, exigencias sociales, porque todo esto oculta nuestras incapacidades y errores. Las verdaderas Leyes son las que Dios propone para señalar el borde del abismo en el que podemos caer.

No protestemos de lo que no nos agrada de una persona. Busquemos una virtud que no tengamos nosotros e intentemos imitarle.

Esforcémonos por ver en los demás, al menos, una virtud. No dejemos que nuestras heridas tiñan de dolor lo que puede ser una oportunidad de aprender. Seguro que esa virtud que tan difícilmente vemos en los demás, es justamente lo que nos falta a nosotros. Deberíamos de rogar a Dios para que nos permita aprender y parecernos a esta persona.

Es fácil ver lo negativo, pero cada persona tiene cosas buenas . Desarrollar el hábito de buscar el bien nos permite ver a Dios en los demás

¿Qué vemos cuando miramos a otra persona? ¿Vemos el reflejo de Dios o sólo vemos el reflejo de nuestros errores, pecados y padecimientos? Se fácil ver lo negativo en las demás personas. Justamente vemos lo que llevamos con nosotros mismos. Es sencillo predecir las malas intenciones, ya que nosotros proyectamos lo que pensamos en los demás. Lo complicado es superar la sobra personal que proyectamos en los demás. Para ello necesitamos un corazón limpio, ya que sólo así podremos ver la imagen de Dios inscrita en los demás. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios (Mateo 5:8)

Si vas a honrar a Dios con tu vida y fe, le verás a Él hacer más de lo que puedes pedir o imaginar.

Podemos ser herramienta en manos de Dios o una herramienta herrumbrada que ha perdido todo su sentido. Podemos ser una herramienta que Dios sabe utilizar y que cuida con espero. También una trozo de metar que sólo causa daño a quien se atreve a tomarlo en sus manos. ¿Qué queremos ser? La elección de Dios empieza por nuestra docilidad, sencillez y humildad. Si Dios no toma en sus manos, haremos cosas que nunca hubiéramos podido imaginar. Quizás no sea lo que soñábamos, sino algo mucho más grande. Él es quien crea y recrea el universo. Él todo lo puede, siempre que nosotros le permitamos limpiarnos y afilarnos convenientemente.

La paz interior es el objetivo. Es la armonía que pervive en cada uno de nosotros. No es obra nuestra, sino una Gracia de Dios que debemos solicitar

Dios nos mira como un músico mira a su instrumento musical preferido. Quiere sacar de nosotros las mejores notas y la mejor melodía. Quiere que nuestra presencia sorprenda y cambie los corazones de otras personas. Pero sólo tañe nuestro ser cuando le dejamos actuar. No nos obliga. SAbe esperar el momento. Nos conoce demasiado bien como para forzarnos. Sabe que de esa forma las melodía no sonaría igual.

Lo que eres no determina tu futuro. Dios te regala un nuevo comienzo cada día. Él tiene un destino especial que puedes cumplir para ser feliz

Quizás nos veamos incapaces de ir más allá de nuestras limitaciones. ¡Que poca cosas somos! Pensamos que Dios quiere héroes o heroinas, santos o santas, líderes o liderezas, que actuen por sí solos. Pero Dios no busca personas capaces, sino que desea capacitar a aquellas que con humildad, se dejan transformar. No es sencillo dejarse rehacer por la mano de Dios. Nuestra soberbia no es sencilla de vencer. Pidamos a Dios que nos ayude. Lo que es imposible para los seres humanos, Dios es capaz de hacerlo.

No debemos desesperar en los momentos de espera. Un propósito mayor está trabajando por detrás del "retraso" al que nos enfrentamos. Dios conoce el tiempo justo para cada cosa.

Dios es el dueño de las mareas del mundo. Sólo él conoce cuándo debe de ocurrir cada suceso que nos importa y necesitamos. Muchas veces desesperamos porque algo que necesitamos no ocurre. Estos son los mejores momentos para reflexionar sobre lo que ansiamos. ¿Es realmente necesario? ¿Dios lo desea realmente para nosotros? ¿Quizás espera el momento adecuado o quizás deseamos algo que no está en los planes de nuestra vida. ¿Cómo saberlo? Leamos los Evangelios, meditemos sobre nuestros deseos y oremos.